LIBRE ALBEDRÍO ¿Realmente Existe?

Mari Carmen Piñero

martes 3 noviembre 2020

Cada día estoy más convencida de que el libre albedrío quizás no exista en su totalidad, ya que estamos condicionados por innumerables situaciones. Entre ellas podríamos destacar: genética, interacción con el entorno y, actualmente, dentro del entorno incluiría una novedad: las grandes corporaciones, por la manipulación invisible y silenciosa que algunas ejercen sobre nosotros.

El cuerpo humano es el hábitat natural de muchas especies bacterianas. Por poner un ejemplo, la flora bacteriana del colon es un ecosistema donde muchas especies distintas participan de ciclos vitales en un ámbito de gran biodiversidad, comparable a los grandes hábitats naturales de la superficie de la tierra como bosques, lagos, fauna etc. Somos un universo andante, una pequeñísima pieza del puzle llamado cosmos, y parece ser que todos compartimos la misma materia.

Haré una ínfima exposición de situaciones que influyen directa o indirectamente sobre nuestra forma de actuar, analizando algunas cuestiones que imperceptiblemente condicionan nuestros comportamientos.

Según manifiesta el profesor Nathan Gillespie, del Instituto de Investigaciones Médicas de Queensland de Australia, el peso de los genes puede influir hasta en un 60 % en la personalidad del ser humano.

Un influyente estudio realizado por el neuroinmunólogo Nobuyuki Sudo y publicado en el Journal of Physiology en 2004, explicaba que el microbioma (se encuentra en la piel, mucosas y sobre todo en el tubo intestinal) genera cambios importantes en la estructura y funcionamiento del cerebro, lo que deviene en cambios en el comportamiento.

El entorno es tan decisivo como la genética. Existen innumerables circunstancias que determinan nuestro comportamiento. El profesor Nathan Gillespie destaca también factores ambientales, que clasifica en dos: el entorno compartido, que es la convivencia familiar y lo que tienen en común sus miembros, y el entorno no compartido, que se refiere a las experiencias individuales, que es lo que realmente nos hace diferentes.

Además, varias investigaciones (Rodríguez Sanabra, 1986, Bell, Fisher, Baum y Greene, 1996) dicen que los diversos factores que componen nuestro medio, —la cultura, los valores culturales, los valores de la persona, la ética, el ejercicio de la autoridad—, es decir, nuestra interacción con la sociedad y nuestro hábitat, afectan directamente a la salud y al comportamiento. Estamos sometidos a la contaminación del entorno, a las características de nuestro hábitat, y vivimos envueltos en elementos ambientales que influyen en nuestra conducta.

Y, por último, no debemos olvidar que algunas corporaciones influyen en que nos movamos de acuerdo a sus patrones establecidos. Todos sucumbimos a sus propuestas que estratégicamente han confeccionado para conseguir un beneficio. Comienzan de manera paulatina y silenciosa, para que no seamos conscientes de la manipulación que ejercen. Estas corporaciones son las primeras interesadas en comprender y conocer perfectamente a las personas. Cuentan con equipos multidisciplinares altamente especializados en el comportamiento humano (sociólogos, psiquiatras, psicólogos, neurólogos, antropólogos, etc.). Afortunadamente, no todas realizan esa presión, pues también existen otras cuyas actividades generan progreso y bienestar a la humanidad.

Yuval Noah Harari, historiador y escritor Israelí doctorado por la Universidad de Oxford y profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, en su libro Homo Deus manifiesta que el big data (almacenamiento de grandes cantidades de datos, así como los procedimientos usados para encontrar patrones repetitivos dentro de esos datos) y los algoritmos (serie de operaciones ordenadas que permite realizar un cálculo) serán capaces de realizar complejas predicciones matemáticas y descubrir con sensores biométricos el cuerpo humano, con lo cual, en poco tiempo podrán saber cómo nos comportaremos, pues les hemos facilitado a las grandes empresas como Facebook o Google toda nuestra vida contada al detalle; una información que les proporcionará valiosísimos conocimientos sobre nosotros y sobre cómo actuaremos ante ciertos estímulos.

Puesto que este brevísimo recorrido conlleva una importantísima influencia sobre nuestras acciones, nos vemos en la necesidad de preguntarnos: ¿realmente somos libres de tomar decisiones?, ¿estamos condicionados por todo lo mencionado anteriormente?, ¿hasta qué punto estamos sometidos a nuestras circunstancias?

El libre albedrío no se sostiene cuando descubrimos que existen factores que nos condicionan, aun así, creemos firmemente ser dueños de nuestras decisiones, no aceptando que una actuación inadecuada en la sociedad en la que vivimos pueda estar originada por situaciones no controladas por nosotros mismos.

Somos muy previsibles y no todo lo que hacemos es conscientemente. El 95 % de nuestras decisiones, acciones, emociones y conductas se debe a la mente subconsciente. Ella actúa sin que nos percatemos de ello, estamos con el botón en automático; por cierto, muy beneficioso para nuestro cerebro porque evita arriesgarse. Su misión es mantenernos vivos, pero… hay que desconectarlo y salir de la zona de confort, arriesgando, soñando con alcanzar metas y, por supuesto, empezando a cuestionar las cosas.

Aunque el libre albedrío en su totalidad constantemente se pone en duda, por fortuna, una pequeña parte de nosotros no está determinada, pues disponemos de un gran recurso, nuestro cerebro. Su grandeza reside en la plasticidad sináptica y adaptabilidad que posee, pudiendo modificar conductas y adaptarlas a las situaciones más beneficiosas para la persona.

En una entrevista publicada recientemente en un dominical, Rafael Yuste, prestigioso neurobiólogo español afincado en Nueva York, ideólogo del proyecto BRAIN —una de las grandes apuestas científicas de EE. UU., un proyecto avalado por Obama y que tiene entre sus objetivos descifrar los misterios del cerebro—, manifiesta que la neurobiología puede traer una liberación. Una vez que sepamos cómo funciona la mente, nacerá un humanismo riguroso. Esto tendrá implicaciones legales en lo que se considera un criminal; en el concepto del «yo»; en cómo se define a una persona y en quién tiene la responsabilidad de una decisión.

¿Qué podemos hacer?, ¡desaprender! En efecto, desaprender todo aquello que nos limita y nos hace incompetentes y volver a aprehender (asimilar y comprender de forma profunda algunos conocimientos, emociones, etc.). Para ello necesitamos muchos recursos y la participación activa de la comunidad científica y eruditos en este tema, pues ellos serán los que divulguen los avances y penetren profundamente en las personas, impulsando la necesidad de educar a la sociedad, incluidos legisladores, juristas, políticos, medios de comunicación y un largo etcétera. El desconocimiento nos hace vulnerables e incompetentes. Paulatinamente, habrá que ir modificando normas y leyes que se adapten a los nuevos avances científicos.

No culpo a las personas por sus actuaciones. Esto no quiere decir que aquellos que incumplan la ley estén libres, no, pero sí entender por qué suceden dichas actuaciones. Desde esta perspectiva debemos comprender nuestra incapacidad para controlarlo todo, sería importantísimo educar, perdonar y corregir sin venganza ni rencor.

Terminaré este artículo como siempre suelo hacer, mencionando el recurso más valioso que poseemos, la educación. Ella nos proporcionará entendimiento, tolerancia y paz. El ser humano es grandioso, continuamente lo manifiesto, ya que a pesar de su imperfección es capaz de superarse a sí mismo.

Siempre hay esperanza, soñamos vivir en armonía y plenitud, pues en el fondo… ¡no somos tan distintos! Compartimos el mismo genoma.

«La educación es un factor indispensable para que la humanidad pueda conseguir los ideales de paz, libertad y justicia social». Jacques Delors

Quizás te interese leer…

Una sola vida vale más que mil Ferias

Una sola vida vale más que mil Ferias

“UNA SOLA VIDA VALE MAS QUE MIL FERIAS” Me siento orgullosa de ser Albaceteña porque tenemos una ciudad abierta a diferentes culturas y formas de pensar. Podemos verlo en nuestra cabalgata, donde...

leer más

1 Comentario

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *